Dentro del mundo de las plantas encontramos que hay un montón que han venido desde diferentes selvas o lugares con una humedad muy alta, como las alocasias, calatheas, helechos… Para que estas plantas crezcan sanas debemos proporcionarles un ambiente parecido al que tendrían en la naturaleza.
¿Por qué es importante la humedad?
La humedad ambiental (que no del sustrato) ayuda a que nuestras plantas se mantengan con unos colores bonitos, a que no se sequen las puntas de las hojas (algo muy común), y que las hojas cuando salgan se abran con facilidad.
Hay ocasiones en el que nos encontramos con una planta que, aunque tenga un buen sustrato y una buena luz, no crece y las hojas que salen son quebradizas o tardan mucho en abrirse. Esto normalmente suele pasar por un déficit en la humedad ambiental, que hace que las hojas se vean apagadas y que les cueste más abrirse, por lo que pueden romperse.
Cada especie de planta necesita un grado de humedad ambiental, ya que no es lo mismo una planta que viene del Amazonas, a una planta que viene del cauce de un río mediterráneo. Debido a ello antes de adquirir una nueva planta debemos conocer en el ambiente en el que vive en la naturaleza.
Debemos saber que los cactus y suculentas no necesitan humedad ambiental, ya que si se la damos podemos pudrir la planta. También hay que tener en cuenta que si mojamos la planta y la ponemos al sol corremos el riesgo de quemar las hojas.
¿Cómo aumentar la humedad ambiental?
Tenemos varios trucos que nos ayudarán en esto:
1. Pulverizando las hojas
Este puede ser el truco que más se use junto con el humidificador. Debemos tener en cuenta varias cosas, la primera es que no a todas las plantas se les pueden mojar las hojas, como es el caso de las begonias. En este caso podemos pulverizar el sustrato levemente sin llegar a encharcarlo.
La segunda es saber que nos proporciona una humedad momentánea, no constante como puede ser el caso de otros métodos, por lo que deberemos ir pulverizando según lo seco que esté el ambiente (aumentando en verano o cuando tengamos la calefacción puesta).
La tercera es saber que usar este método en exceso puede ocasionar hongos en las hojas de nuestras plantas. Esto pasa sobretodo en invierno, por lo que tras pulverizar deberemos retirar el exceso de agua de nuestras hojas.
Personalmente yo recomiendo hacer este método, más que con un pulverizador, con un nebulizador, ya que suelta el agua de una manera más parecida al humidificador, por lo que es más complicado que el agua se estanque y salgan hongos.
2. Humidificador
Sin duda es una de las formas más sencillas que tenemos de aumentar la humedad. Podemos encontrar muchos en el mercado según capacidad, si queremos que tenga alguna luz, forma, etc.
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3. Musgo
Esta forma la descubrí hace poquito, se trata de usar musgo sphagnum en la superficie de nuestra maceta, cubriendo la tierra. El musgo tiene la capacidad de retener mucha cantidad de agua y de ir soltándola poco a poco (por eso se usa para esquejar), por lo que si lo ponemos encima del sustrato mantendrá la superficie del sustrato húmeda y dará humedad a las hojas conforme el agua se vaya evaporando.
4. Plato con piedras
Podemos colocar un plato con piedras y agua y colocar a su alrededor nuestras plantas, esto hará que conforme se vaya evaporando el agua aumente la humedad.
5. Juntar plantas
Si juntamos plantas con los mismos requerimientos acabaremos creando un microclima a su alrededor, ya que entre los riesgos y la humedad que las propias plantas van soltando, ésta irá aumentando. Este método puede ser el menos efectivo de todos.
6. Colocar recipientes con agua sobre radiadores
En invierno con el uso de las calefacciones se seca más el ambiente, por ello es necesario aumentar la humedad ambiental. Para esta situación un truco que me gusta usar es el colocar cuencos con agua sobre los radiadores, o humidificadores de radiador si os da miedo que se caigan los cuencos. Esto hace que con el calor del radiador se vaya evaporando el agua y aumente la humedad.
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7. Invernadero o vitrina
Sin duda esta, junto con el musgo, me parece la opción más estética de todos. Además de ser una opción bonita nos da la oportunidad de crear un microclima dentro y de controlar más las condiciones en las que se encuentra nuestra planta, poniendo luces de crecimiento, humidificadores, ventiladores…
Además, si tenemos mascotas gracias a este método, las plantas estarán protegidas. Si tenéis más dudas sobre cómo hacer que vuestras mascotas no se coman las plantas, podéis visitar el post donde lo tratamos.
8. Piedras en el plato de la maceta o en el cubre macetas
De normal siempre tenemos nuestra maceta metida en un plato o en un cubremacetas de decoración. Lo que podemos hacer es colocar en esa base una pequeña capa de arlita o de piedras con un poco de agua, de forma que la maceta no llegue a entrar en contacto con el agua, para que así cuando se evapore aumente la humedad ambiental.
Este método además tiene la ventaja de que aumenta la aireación de la base de nuestra maceta sin quitar espacio de crecimiento de las raíces, por lo que cuando toque un trasplante las raíces del fondo estarán más sanas al no haber estado tanto tiempo en contacto con el agua.
9. Duchando la planta
Este método nos sirve tanto para dar humedad a nuestra planta como para limpiar sus hojas. Sí que recomendaría después de duchar secar las hojas para evitar hongos. Hay que hacer este método cuando toque regar si no queremos que se encharque y se pudran las raíces.
¿Qué hacer si una hoja no se abre por falta de humedad?
En ocasiones nos encontramos con una hoja que tarda mucho en abrirse, esto suele deberse a una falta de humedad ambiental. Para abrir la hoja sin dañarla podemos pulverizar la hoja en cuestión varias veces al día y con paciencia se irá abriendo sola. Nunca la abriremos nosotros para evitar heridas en las hojas.
También podemos mojar una toalla o un paño y envolver durante unas horas la hoja, esto hará que la humedad sea más constante y se abra más fácilmente. Si la hoja es muy grande tardará más en abrirse y deberemos ir cambiando los paños. Debemos tener cuidado al envolver la hoja de que el tallo pueda soportar el peso, ya que corremos el riesgo de partirla si no tenemos cuidado.
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